domingo, 2 de enero de 2011

¿2011? No esta vez

Acaba de terminar un año y comienza un nuevo 2011 que, esperemos, sea mejor que un ya difunto 2010 que, salvo en un brillante como nunca deporte, aunque alguna decepción nos ha deparado (léase Fernando Alonso-Ferrari u Operación Galgo, entre otras), pocas alegrías nos ha traído.

Inmersos en una crisis económica, política social y hasta de valores cuya salida, en España, no parece fácil ni, desde luego, rápida, nos esperan unos años de ajuste que no van a resultar nada sencillos para un país acostumbrado a vivir muy por encima de sus posibilidades. Sin serlo, hemos vivido como nuevos ricos.

Con una clase política lamentable a todos los niveles que no ha sabido maximizar las millonarias ayudas de una Unión Europea "generosa" que debería haber permitido crear una industria y una fortaleza económica que nos facilitara afrontar una crisis como la actual, lo tenemos realmente complicado. Por el contrario, Alemania, que hace dos días tuvo que hacer frente a un reto económico, político y social tan gigantesco como el de la reunificación, cuando apenas vislumbraba esta crisis comenzó a adoptar medidas de estado consensuadas por toda una clase política responsable que le ha permitido comenzar a salir del túnel de la crisis mucho antes que otros estados, entre ellos, por supuesto, España.

Y es que en nuestra querida piel de toro, con una absurda, corrupta y patética clase política incapaz de llegar a acuerdos de Estado por un cortoplacismo que parece llevar en sus genes, ni siquiera se vislumbra la salida a la crisis. Tanto en el gobierno como en la oposición hay una falta de confianza y liderazgo indiscutible, y las medidas se están tomando tarde, mal y nunca; como siempre, a la española.

¿Será 2011 mejor que 2010? Por el bien de todos, por el bien del país, esperemos que sí, pero ni los indicadores, ni la confianza en la clase política ni el sentido común del que escribe estas líneas permite que seamos muy optimistas. Demos un voto de confianza pero, francamente, no estoy en condiciones de apostarme nada, pese a ser optimista por naturaleza, como bien saben mis muchos amigos. No, por desgracia, no me apuesto nada. No esta vez. PP.

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