domingo, 9 de enero de 2011

No enterremos a los medios … aún

Cuando hace más de un siglo apareció el cine mudo, fueron muchas las voces que se alzaron pregonando la inminente muerte del teatro. No fue así. Cuando el cine mudo dio paso al sonoro, y éste, para colmo, toma vida con un color tan vivo como, por ejemplo, el de joyas irrepetibles como “Lo que el viento se llevó”, el número de agoreros que enterraban al pobre teatro eran legión. Se equivocaban también.

Luego, llegó el turno de la televisión, y claro, ésta iba a acabar con la radio, el cine y, como no, el ya moribundo teatro. Y tampoco. Luego, con el video, el cine iba a tener los días contados. Pues no. Y ahora, ya comenzada la segunda década del Siglo XXI, nos encontramos con un cine de un realismo sin igual, en 3D, sonido surround, mega-no-se-que y sin-se-no-se-cuantos, y aún sigue habiendo agoreros que, ciento y pico años más tarde, siguen hablando del fin del teatro. Total, que este pobre arte escénico lleva muriendo más de cien años con una salud de hierro. Y si no, que se lo digan a los musicales de Madrid o Barcelona, por ejemplo.
Y tú, querido lector, te preguntarás, ¿a qué viene esta disertación sobre la no muerte del teatro? Muy simple. Porque el que escribe, es decir, yo (lo siento, pero no me gusta escribir en tercera persona), estoy ya un poco harto de los gurús que, día sí día también, nos intentan convencer de que a formatos “clásicos” como la prensa escrita o los libros, como hace cien años el teatro, le quedan poco más o menos que dos días. Y ello debido a que el fenómeno Internet/multimedia se impone en una progresión geométrica imparable que canibaliza los medios de comunicación tradicionales.


Veamos. Es indudable que Internet puede ser, y desde mi modesto punto de vista es, una revolución como en su día lo fue la imprenta, con la diferencia de que la evolución que está suponiendo es infinitamente superior, imparable e impagable. Cada vez son más y más completos los valores añadidos que, hoy en día, podemos encontrar en Internet y que se pueden resumir en tres conceptos: contenidos totales, multimedia e inmediatez.
Sin embargo, hay dos factores que estos gurús no pueden ni deben olvidar. En primer lugar, que Internet sigue siendo un canal que no ha hecho más que dar sus primeros pasos, y si en estos primeros pasos el “todo gratis” predomina, dentro de unos años seguramente dejará de ser así. Cuando se tenga que pagar por todos los contenidos que, durante años, hemos recibido gratuitamente, ya veremos qué ocurre. En España ya hemos asistido a alguna experiencia en este sentido, y los resultados no han sido muy optimistas que digamos para los que han apostado por la vía del pago por uso. Aunque al final, sin duda, se optará por esta vía en una gran medida.

Y en segundo lugar, no podemos olvidar  que aún son muchos millones las personas acostumbradas a comprar sus periódicos, sus revistas, sus libros, y que no van a estar dispuestas a dar el paso que las nuevas generaciones ya han dado. O mejor dicho, ni han tenido que dar, pues se están criando directamente en la cultura del mp3 y el www. Internet no sólo no les da miedo a los jóvenes, sino que es su gran aliado. El miedo, quizá, lo tenemos los padres y abuelos de esa generación www.
Por ello, no cometamos el mismo error que esos agoreros que, hace más de cien años, enterraron el teatro. Está claro que estamos asistiendo a una revolución en el mundo de los medios de comunicación, y que los próximos años van a ser un desafío para fabricantes y consumidores, para creadores de contenidos y lectores. Pero no tengamos prisa. Del mismo modo que han convivido el teatro, el cine, la radio y la televisión, dejemos que lo hagan los medios impresos y los cibernéticos.


Si hace 15 años pocos podían creer en una realidad como la que hoy tenemos con la telefonía móvil, ¿qué no va a ocurrir con los medios de comunicación a través de Internet o para el propio móvil? Pero no nos privemos antes de tiempo de ese placer de viajar en autobús, metro, tren o avión pasando las páginas de un buen libro o una revista. O de esa maravillosa sensación de disfrutar un domingo cualquiera con la pausada lectura de un dominical lleno de profundos y completos contenidos que, entre semana, no tenemos tiempo de leer.
Sí, la evolución es imparable, la tecnología se impone y el mañana nos deparará, sin duda, unos gadget increíbles que nos harán disfrutar de nuevas dimensiones en el mundo de la comunicación. Pero no matemos aún al papel, a la tinta, al encanto de la imprenta. Tengamos paciencia. No enterremos a los medios… aún.

2 comentarios:

  1. Gracias, Víctor. Que esta valoración venga de un gran conocedor del tema como tu, es todo un lujo para mi. PP.

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